jueves, 9 de junio de 2011

Comentario sobre el libro de poemarios "Navegando los Miedos"

  Sabemos que el Poeta está solo en el proceso creativo, sacudiendo el polvo de su humana condición ante los ojos escrutadores de su yo interior, el que reclama abrir puertas al recuerdo y a la nostalgia, con sus grises lloviznas, empapando los cristales de las ventanas del alma.
  Pero no basta traducir la emoción para obtener un poema. Hacen falta horas de insomnio, poner en blanco la conciencia del hoy, replegarse en el mutismo del silencio, con la carga inevitable de la soledad sobre los hombros cansados, por tanto devaneo invisible.
 Mientras tanto, el poder sanador de la palabra teje y desteje imágenes en un tramado de construcciones verbales que van ovillando el discurso de un yo liberador , sobrevolando espacios íntimos, escenas familiares y ausencias que vuelven, instalándose en el dolor, en una congoja proyectada en sombra, en mueca absurda ante la fuerza creativa.
  En consecuencia, el proceso comunicativo no ceja hasta imaginar “alfombras” dónde esconder los miedos para permitirle al poeta, recrearlos con la mirada irónica, a veces, y pertinaz otras, propios de quien maneja los hilos de la sugestión.
  Los lectores en cambio, los trasladamos a los rincones conocidos, donde se entrelazan con los nuestros,  una maraña sobrecogedora en la que mansamente, se rinden ante la luz de una conciencia colectiva, de una fe que a veces flaquea aunque no declina, gracias a ese impulso esperanzado de vida.
  Y  Belkys, si bien traspone en una primera persona, los temores de todo ser humano frente a la fragilidad humana, lo efímero del tiempo y de la vida, ella sabe y proclama que todo aquello construido con amor es lo que conforma nuestra fortaleza interior, capacidad que se desarrolla mediante el gesto de sensibilidad de una mano tendida y del  espíritu abierto hacia el otro.
   Con generosidad y reconocimiento, la poeta convoca  la palabra escrita de sus poetas y maestros venerados, tales como: Francisco Luis Bernárdez,  Khalil Gibrán y la de todos aquellos que pueblan su memoria lectora , acrecentando de ese modo sus textos en un diálogo permanente.
  Sabemos que infinidad de ensayistas analizaron el ejercicio lúdico del oficio del poeta pero elijo para este momento, el pensamiento de Edgar Bayley, porque lo dice también desde su propia condición de poeta y  dramaturgo :”La poesía  está y trabaja en el mundo y se transforma junto con el mundo”.
  Despojada de retórica vana, Belkys Larcher de Tejeda logra ampliamente su vocación de poeta , calando muy hondo en los lectores de “Navegando los Miedos”.

                                                                      Lucía M. Ambrogio de Pistacchia

                                                                                Junio de 2011
  

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